Recuerdos.

Somos un instituto que hace muchas cosas interesantes, divertidas, creativas. . . En muchos centros sucede esto mismo, lo sabemos. Pero también somos conscientes de que hacer memoria histórica es importante. Nuestra intención es poder recoger algunas de estas experiencias. Ya contamos con una revista y una página web fantásticas y pretendemos trabajar en esta misma dirección. La finalidad no es otra que jugar una vez más con las letras, con las palabras, con las imágenes, con los sonidos, con los colores. . . y a través de ellos comunicar, compartir, ilusionarnos y recrear momentos mágicos del mundo de la enseñanza. El objetivo es hacerlo a través de la fantástica mirada de los alumnos. Con su ingenio y su percepción iremos construyendo este blog.

dimarts, 21 de juny del 2016

Viaje Italia 2016

A medida que nos vamos haciendo mayores vamos viviendo nuevas experiencias que nos van formando y nos hacen crecer, dejando atrás nuestro niño y creando la persona que somos. Y una de esas experiencias es el ya tan conocido viaje a Italia.

Empezamos el lunes 14 de Marzo, encontrándonos en el punto previamente acordado, derrochando ganas y energía en cada una de las sonrisas. Los nervios de todos eran obvios y la ilusión frente al porvenir era evidente. Cogimos el autocar dirección Francia, donde pasaríamos todo el primer día antes de llegar a Italia. Hay que decir que las horas hasta nuestra parada en Le-Grau-du-Roi pasaron más rápidas de lo esperado. Supongo que nuestra alegría de adolescente emocionado las hizo pasar de una manera más amena. Una vez allí, todos fuimos deleitados por las vistas, igual que en  Aigüesmortes, nuestra segunda visita. Chiquititos pueblos que desbordaban encanto por todos lados. Desde las casas con ventanas coloridas hasta el simple descampado, con la puesta de sol tan bonita. Ya habiendo cenado reprendimos el rumbo a Italia, todos emocionadísimos. Personalmente, las horas de noche me pasaron lentas y muy largas, puede que en total durmiera una hora y poco. Pero bueno, supongo que es parte de la experiencia; lo más amargo de lo más dulce. 

Nos “despertamos” a las ocho, cuando paramos en una estación de servicio a hacer nuestras necesidades como ir al baño o comer, puesto que algunas barrigas ya empezaban a rugir. Al cabo de poco de volver al autobús ya empezábamos a inquietarnos por ver Pisa, la primera ciudad en nuestra lista. Llegamos y, como no, el postureo empezó. Foto aquí, foto allí, foto allá… pero con risas y alegría siempre. La impresión al ver la torre, más inclinada de lo esperado, la sorpresa al ver lo impactante que puede llegar a ser una catedral e incluso qué de bonito puede ser un día cualquiera en un país no tan lejano dentro de lo lejano. Partimos rumbo a Lucca, donde el encanto natural nos conmovió a todos. Calles estrechas y largas, bonitos ventanales, ruinas, árboles. Comimos allí, pasta con tomate, carne, y helado, hambre no pasamos. Por la tarde tuvimos tiempo libre para visitar la ciudad. Alquilamos unas bicicletas, las cuales nos salieron bien de precio. Hubo algunos accidentes, pero a fin de cuentas, todo salió bien, que es lo que interesa. Cierto es que aquella noche transcurrió silenciosa en el hotel, puesto que a nadie le sentaron extremadamente bien los hechos sucedidos aquella tarde. Pero como he dicho al principio, todo lo que vives te hace más fuerte, más duro, más consciente de tus actos.
Dormimos como troncos aquella noche. Ni un ruido a la excepción de algún ronquido. Todo el mundo se despertó de buen humor, con comprensión de los unos hacia los otros, con cariño, mimos, entre los alumnos. Y sobre todo, nos despertamos siendo más personas de  lo que éramos cuando nos fuimos a dormir. Desayunamos, comiendo como si no hubiera un mañana, en el mismo hotel donde habíamos pasado la noche. Al cabo de poco ya estábamos rumbo a Florencia, donde íbamos a pasar todo el día. Por la mañana visitamos la ciudad, con las explicaciones de un/a guía quién nos mostró del más grande hasta el más, a simple vista, insignificante detalle. Comimos. ¿A que no sabéis qué? ¡Pasta! Por la tarde tuvimos tiempo libre, el cual invertimos en hacer una “ginkama” voluntaria para repasar los sitios más emblemáticos de aquella bonita ciudad. Trataba de hacerse selfies en cada uno de los sitios marcados en el mapa que te daban, pero obviamente, valorando la originalidad ante todo. Se evaluaron esa misma noche, después de habernos duchado, cenado y hasta haber hecho el vago por el hotel. Íbamos pasando grupo por grupo, demostrando nuestra vena artística, desde el nombre elegido para nuestro equipo hasta la postura que tiene Fulanito en la foto X. Las risas estuvieron presentes. Toda la noche. Hasta cuando nos mandaron callar por cuarta vez, fue inevitable. 
Maletas preparadas y a desayunar que empezaba otro nuevo día. Íbamos camino a Sant Gimignano, pequeño pueblo con el mejor helado del mundo, ya os lo puedo asegurar. Tuvimos apenas veinte minutos para visitarlo, puesto que debíamos comer en Siena, ciudad que se encontraba un poco lejos y el tiempo se nos estaba tirando encima. Una vez allí, y una vez comidos, tuvimos tiempo libre, para comprar. Los humanos y nuestra obsesión con traernos de países lejanos todo eso que nos parece bonito, por poco utilidad que tenga. No nos demoramos demasiado en volver al bus, el que se estaba volviendo nuestro mejor amigo ese viaje. Teníamos que ir a Roma, por lo que nos esperaban otras largas horas de camino. Pero debo admitir que valieron la pena. El hotel que nos esperaba era de un lujo extremo. Luces en las habitaciones, camas hiper cómodas, duchas de las que no querías salir y un espejo en el que las caras de felicidad de todos se veían reflejadas. Cenamos y, más lujo. Los camareros te iban trayendo más botellas de agua cuando la tuya ya se estaba vaciando. Espectacular. Después de atiborrarnos de comida se dieron los premios de la actividad realizada la tarde anterior. La gente estaba feliz. Se respiraba en el aire. Y durante la noche… nos comportamos como cualquier adolescente hubiera hecho en aquellas circunstancias. Correteos nocturnos de una habitación a otra, estallar en risas en medio de la nada. Pero, bueno, nada fuera de lo común. 
Era temprano cuando tuvimos que levantarnos. Queríamos aprovechar al máximo el día en Roma. Pero no sin antes morirnos de sobredosis de comida en el bufet libre del desayuno. Estaba todo de muerte. El día allí pasó rapidísimo. Y comimos algo diferente. ¡Pizza! Y cuando estuvimos de vuelta al autobús para ir dirección al ferry… se juntó todo. Robo de bolsas y maletas, pero sin saber quiénes eran los amos de esos equipajes, ya que el maletero no podía abrirse por no correr el riesgo de luego no poder cerrarlo. Pero esto no es lo más importante. Faltaba uno de los nuestros. Un chico no estaba en el autocar, y el pánico empezó a cundir. Gente que lloraba por no llegar al barco, otros por haber perdido sus pertinencias, algunos que lo hacían por miedo a haber perdido un compañero y finalmente, había los que consolaban a los demás. 

Pero tranquilos. Todo salió bien. Llegamos a tiempo al barco, por los pelos, pero lo hicimos, el chico fue reencontrado y bueno, los de los equipajes fueron acogidos de la mejor manera entre los demás compañeros. 

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